El hombre es capaz de reconocer varios miles de olores distintos,
puros o mezclados. Algunas personas perfeccionan y afinan estas
cualidades mediante un entrenamiento (perfumistas, catadores). Los
hábitos alimentarios relacionados con la cultura gastronómica también
producen sentidos olfativos que se desarrollan de manera distinta,
dependiendo del país.
Animales que ya poseen un olfato
naturalmente fino pueden entrenarse para detectar ciertos olores: perros
que detectan drogas, perros que ayudan a encontrar sobrevivientes en
caso de avalanchas, cerdos y perros entrenados para recolectar trufas.
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