La zona del cerebro encargada del olfato está muy desarrollada en los
animales, sin embargo pierde importancia en el hombre.
Este sentido
está perfeccionado principalmente en los mamíferos superiores, en
especial en los carnívoros (perros, felinos); en las aves y los
vertebrados inferiores está atenuado; en el caso de los insectos, el
olfato está asegurado por órganos ubicados en las antenas.
El
sentido del olfato determina el comportamiento de los animales, ya que
lo utilizan para comunicarse (delimitación del territorio, relaciones
sexuales, señal de alerta en caso de peligro), para reconocer su
alimento o encontrar una pista. Este papel del olfato existe en parte en
el ser humano, principalmente en el niño pequeño, sensible al olor de
su madre o de un objeto familiar.
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